El calor, la comida, la arquitectura, la música, la vejez… los mojitos, fueron las cualidades de Cuba que me sedujeron. Desde el primer día encontré en las calles de La Habana las características de una postal que vi en la oficina de mi jefe, pero mi recorrido por esas vías me destruyó distintos prejuicios. De la mano de Irina conseguí el panorama más amplio de lo que es la Isla, desde Habana Centro hasta Miramar, desde la monumental Universidad hasta las delicias de Coppelia, de la Bodeguita del Medio a la Casa de la Música. Basta caminar, escuchar y sentir el ambiente del Caribe para sentirse en otra época, tal vez en la de los piratas, o quizá en la de la Revolución. Ese es el encanto cubano, te hace viajar en el tiempo con sólo trasladarse de una zona a otra. Aún me falta disfrutar Santiago, Matanzas, Pinar del Río… Así que, amenazo con regresar.